lunes, 12 de marzo de 2018

Mis premios, de Thomas Bernhard


Thomas Bernhard (Austria, 1931-1989)
MIS PREMIOS
[Meine Preise, 1989]
Trad. Miguel Sáenz
Alianza, 2017 - 144 págs. - inicio
- Mis premios según Félix Romeo
- ¿Por qué leer a Thomas Bernhard?
[demoledor]

«Fui a Bremen otra vez en relación con el así llamado Premio de Literatura de Bremen y no estoy dispuesto a silenciar la experiencia que viví en ese segundo viaje a Bremen. Era lo que se llama un miembro del jurado para el siguiente premio y fui a Bremen con la intención inconmovible de dar mi voto a Canetti, que, según creo, no había recibido hasta entonces ni un solo premio literario. Por la razón que fuera, para mí nadie más que Canetti entraba entoces en consideración, todos los demás me parecían ridículos. Según creo, la reunión del jurado se celebraba en una larga mesa en un restaurante de Bremen, a la que se sentaba una serie de los llamados señores con derecho a voto, entre ellos también el famoso senador Harmsen, con el que me entendí excelentemente. Creo que todos habían designado a sus candidatos, nunca a Canetti, cuando fue mi turno y dije Canetti. Yo era partidario de dar el premio a Canetti por su Auto de fe, su genial obra de juventud que, un año antes de aquella reunión del jurado, se había reeditado. Varias veces dije la palabra Canetti, y cada vez los rostros sentados a la larga mesa se habían contraído dolorosamente. Muchos de los que se sentaban a la mesa no sabían quien era Canetti, pero entre los pocos que lo conocían había uno que, de pronto, después de haber vuelto yo a decir Canetti, dijo: es que también es judio. Entonces hubo aún un murmullo y el nombre de Canetti dejó de ser tomado en consideración. Todavía hoy tengo esa frase en los oídos, ¡es que también es judio! [...] y en unos minutos fue elegido Hildesheimer nuevo ganador del Premio Bremen. Probablemente ninguno sabía quién era realmente Hildesheimer. Al instante se comunicó también a la prensa que, tras aquella sesión de más de dos horas, Hildesheimer era el nuevo ganador del premio. Los señores se levantaron y se dirigieron al comedor. El judio Hildesheimer había recibido el premio. Para mí aquello fue lo mejor del premio. No he podido callármelo.» (págs. 49-51)
Más: “La ministra roncaba, aunque muy suavemente, roncaba, roncaba con el suave ronquido de los ministros, conocido en el mundo entero” :: “No estoy dispuesto a rechazar veinticinco mil chelines, decía, soy codicioso, no tengo carácter, yo también soy un cerdo” :: “Aceptar un premio no quiere decir otra cosa que dejarse defecar en la cabeza, porque le pagan a uno por ello” :: “Corría peligro de asfixiarme en la atmósfera de aquella sala. Todo estaba lleno de sudor y dignidad” :: “¿A quién le interesa eso salvo a las propias lombrices?” :: “La única respuesta es no dejarse homenajear”

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