sábado, 8 de abril de 2017

¡DAHA!, de Hakan Günday

Hakan Günday
¡DAHA!
Si mi padre no fuera un asesino, yo estaría muerto
[Daha, 2013]
Trad. Guillem Serrahima. Prólogo de Francesc Serés
Ed. Catedral, 2017 - 428 páginas
"Es imposible escribir nada más violento que un telediario"
[impactante]
«La diferencia entre Oriente y Occidente es Turquía. No sé si es el resultado de su sustracción, pero estoy seguro de que la distancia que los separa es tan grande como ella. Nosotros vivíamos allí, en un país donde los políticos repetían todos los días en la televisión la importancia de la geopolítica. Al principio, no sabía muy bien cómo interpretarlo. ¿Quería decir que nuestro país era como un edificio deteriorado ante el cual se paraba un tenebroso autobús en plena noche con faros que deslumbraban? ¿Que se trata de un enorme puente de 1.565 kilómetros de largo sobre el Bósforo? Un puente gigante impuesto a los habitantes del país. Un viejo puente entre el Oriente descalzo y el Occidente bien calzado, por el que pasa todo lo ilegal. Todo aquello me inquietaba. Sobre todo, aquellas personas a las que se llama clandestinos... Hacíamos lo posible para que no se nos atragantaran. Tragábamos saliva y expedíamos el contingente... Comercio de una frontera a la otra... De un muro al otro... Desde luego, el resto del mundo no se quedaba de brazos cruzados, sino que les creaban todo tipo de problemas para entorpecer su carrera precipitada entre su tierra natal y la tierra en la que iban a morir. Se les arruinaba la vida con problemas de medidas, de peso, de edad... mientras nosotros nos encargábamos de resolver los problemas de longitud y latitud. Llevábamos a esa gente del infierno al paraíso. Yo no creo ni en lo uno ni en lo otro. Pero esa gente era particularmente crédula. ¡En ellos, la creencia era innata! Su razonamiento era el siguiente: si existe un infierno desgarrado por la guerra y donde se muere de hambre, hay, necesariamente, un paraíso. Se equivocaban. Los habían engañado. ¡El hecho de que haya un infierno no prueba que haya un paraíso! Aun así, les podía entender. Era lo que les enseñaban, como a todo el mundo... Se lo habían escrito en una pizarra y les habían obligado a aprendérselo de memoria. La pizarra exhibía el combate del bien y del mal, del infierno y del paraíso. Sin embargo, nunca existió tal combate. La encarnizada guerra entre el bien y el mal, que supuestamente tiene que durar hasta el día del juicio final, es el fraude más grande al que se ha librado la humanidad.»

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